- Déjalo ya, princesa –dijo Ares sin apartar la vista de la carretera, si es que el estrecho sendero en el que apenas se apreciaba ya el asfalto podía llamarse por ese nombre. No habían parado ni un solo momento desde la explosión de la base, para alejarse lo máximo posible del lugar antes de que llamara la atención de alguien. Kati le miró sin saber de qué hablaba. – No sigas pensando en eso. Es agua pasada.
- Por mi culpa habéis tenido que volar por los aires vuestra base.
- Como si eso importara. No se tarda mucho en construir una base, y es muy divertido destruirlas, sobre todo cuando hay enemigos por los alrededores.
- ¿Cuántas veces habéis tenido que hacer esto?
- Demasiadas, princesa. No llevo la cuenta de las veces.
- ¿Y ahora qué?
- Ahora pasaremos unos días con mi gente y después tendremos lista y acondicionada una nueva base para nuestras operaciones.
Kati se quedó en silencio un buen rato, hasta que finalmente se atrevió a preguntar:
- ¿Y después?
- Después… -dijo Ares mirándola de reojo – haremos que se arrepientan de haber nacido.
Kati se puso a reír sin motivo, y Ares la miró intensamente.
- Bravo, princesa –le dijo. – Empiezas a liberar tu verdadero yo de las ataduras institucionales.
- ¿Qué quieres decir? –preguntó Kati aun sonriendo.
- Piénsalo, preciosa. Si te hubiera dicho esto hace unas semanas, ni siquiera te lo habrías creído. Y desde luego no te habrías descojonado.
Kati se sonrojó un poco ante semejante palabra, pero luego se puso a reír otra vez.
- ¿Sabes?, puede que tengas razón –respondió finalmente. -Siempre me he sentido fuera de lugar, como si no encajara realmente. Y al principio, cuando empezó todo, tenía un poco de miedo de que esa sensación de que encajaba en algún lugar no fuera real. Pero es real, y por primera vez me siento… segura. Pero no sólo segura de que no me van a hacer daño. Eso ya lo sentía antes de conocerte, aunque luego ha resultado que mi sensación de seguridad no era nada. Me siento segura de verdad. Puedo ser yo misma sin miedo y eso me encanta.
Ares la besó rápidamente y volvió la vista a la carretera.
- Ahora sí que estás preparada para saber qué es una seleen inima.
- ¿De veras? ¡Ya era hora! ¿Y a qué esperas?
Cuando el semielfo iba a abrir la boca, un pitido les interrumpió. Ares se asomó por la ventanilla y escucharon la voz de PF gritando:
- Cierto mercenario celoso nos está siguiendo a un kilómetro.
- ¡Maldito Wargot! –exclamó Ares -¿Es que no se muere nunca?